Desconectarnos es una palabra que nos hace sonreír porque hoy la damos otro significado; se va convirtiendo más bien en una acepción ligada a un bien común muy preciado.
Hace varias semanas tenía en mente escribir unas líneas sobre el detox digital y cómo los hoteles contribuirían a lograr nuestro objetivo: desconectarnos, por unos días, de ese entorno tecnológico que nos crea una gran dependencia llegando, a veces, al punto de la adicción. Pero ha sido una reciente experiencia de viaje con mi familia a Panamá que me ha clarificado las ideas aún más. Contrariamente llegué a un hotel donde no encontré espacios que me liberaran de lo tecnológico.
Mientras que las oficinas, hoy en día, buscan convertirse en una prolongación de nuestra casa, algunos hoteles aún se resisten a hacerlo o no le toman la importancia que debiera. Esto, en resumen, lo lograrían valiéndose de una programación de actividades atractiva y, repotenciando espacios aunque estos fueran de pequeña o mediana escala.
En esta escapada de pocos días, pensaba entonces cómo los CEOs de los hoteles, hace algún tiempo, nos hablaban cuando solicitaban nuestros servicios de arquitectura y diseño de interiores que, además de espacios confortables, funcionales, que denoten elegancia, la marca o franquicia debía de ofrecer tecnología total al alcance de la mano, a un solo click.
Este requisito estaba a la par de cumplir con una buena habitación, baño y áreas comunes. La infraestructura tecnológica era el común denominador de las solicitudes de clientes. Y si nos remontamos a una década más atrás, una infraestructura de esta talla era un verdadero lujo. Hoy no.
El verdadero lujo de un hotel, en estos tiempos y a futuro, empieza a ser el que el huésped se «libere» totalmente de la cotidianidad. Equivale a decir, que estos lugares conviertan la «carencia»(de la tecnología) en su mayor fortaleza. Que los visitantes encuentren en sus espacios atracciones que los lleven de forma natural a irse desconectando un poco de cuanto aparato “necesiten” para su vida diaria y, si pensamos en tener un mayor ticket promedio por persona podemos ampliar nuestro público objetivo.
En este sentido, me atrevo a plantear, que el hotel desarrolle una programación diaria tanto para sus huéspedes como visitantes externos, convirtiéndose en un espacio para la comunidad del entorno inclusive. Espacios como piscinas, terrazas, spas, zonas de meditación, yoga, comedores, business centers, lobbys, son normalmente usados por los huéspedes o muy temprano o muy tarde.
¿Qué pasaría si esos ambientes además son usados por los vecinos de la zona de influencia del hotel? Tener salas de estar con pantallas gigantes concentraría a grupos de personas con el mismo interés y, si se anuncian películas de diferentes cortes, en horarios distintos, el público tendría otra forma de pasar el tiempo y compartir con otros. Escuchar música viendo vídeos nos alejaría de nuestro celular y nos distraería inclusive con una cena o almuerzo ligero.
Los lobbys, comedores y bares podrían durante el día ser espacios de reuniones formales, encuentros informales de amigos o compañeros de trabajo y nos limitaríamos o las salas de reuniones cerradas.
Las clases de natación (dirigidas) en horarios puntuales permitirían mayor actividad y, por ende, mayor rotación de público hacia los espacios abiertos convirtiéndose en una ambiente de relax; serían 45 minutos aproximadamente en que el participante no tendría su celular en mano, claro está y además “cortaría” nuestro ciclo de trabajo por un lapso de tiempo. Por ahí se puede ir empezando.
El abrir puertas y muros, romper fronteras y crear espacios compartidos debe convertirse en la consigna de los hoteles del futuro. Felizmente ya varios hoteles en el mundo empiezan a trabajar con este concepto; tener espacios flexibles, menos formales para sus clientes. Vale la pena retomar las relaciones personales que hemos ido dejando de lado. Debemos hacer un ejercicio mental, internalizando el que nosotros dominamos a la tecnología y no ella a nosotros.
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García Milla-León Arquitectos es un estudio de Arquitectura e Interiorismo Empresarial Emocional, donde se presta asesoría a lo largo de todo el proyecto corporativo, entendiendo y observando la marca y su personalidad, para luego generar la idea, lo que es el MOOD BOARD y LOOK & FEEL y, finalmente desarrollarlo.
El estudio ha llevado a cabo varios proyectos hoteleros, entre ellos: el Hanan (Arequipa), Arawi–Colon y Arawi Bolívar, Radisson Tacna; desarrollo del manual de estandarización para los hoteles de la Derrama Magisterial; remodelación del hotel Victoria Regia Iquitos, etcétera.
www.gmlarquitectos.com.pe
García Milla-León Arquitectos es un estudio de Arquitectura e Interiorismo Empresarial Emocional, donde se presta asesoría a lo largo de todo el proyecto corporativo, entendiendo y observando la marca y su personalidad, para luego generar la idea, lo que es el MOOD BOARD y LOOK & FEEL y, finalmente desarrollarlo.
El estudio ha llevado a cabo varios proyectos hoteleros, entre ellos: el Hanan (Arequipa), Arawi–Colon y Arawi Bolívar, Radisson Tacna; desarrollo del manual de estandarización para los hoteles de la Derrama Magisterial; remodelación del hotel Victoria Regia Iquitos, etcétera.
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